Valerie Bugault: “El terreno de la geopolítica mundial se desplazó hacia lo jurídico”

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Valerie Bugault, doctora en Derecho en la Sorbonne, ex-abogada fiscalista, hoy reconvertida en experta en geopolítica jurídica y económica. Es, además, autora de varios libros donde expone su particularmente aguda visión del panorama político-financiero mundial. Desde hace algunos años, y especialmente tras la irrupción de la pandemia C-19, su voz se ha ido convirtiendo dentro de Francia y algunos países de Europa en una de las más lúcidas a la hora del análisis en profundidad de la crisis planetaria.

Entrevista dada al canal independiente francés TVLibertés el pasado 15 de marzo.

Traducción exclusiva para “El Indagador”

“La geopolítica es concebida como el estudio de las estrategias de aproximación, ataque y defensa militar de un Estado frente a uno o varios otros” ¿Esta definición todavía es vigente?

Esa noción de “geopolítica” ha evolucionado dos veces en el curso de las últimas décadas sin que los analistas sean del todo conscientes:

-A partir de la Segunda Guerra Mundial, y en particular a partir de la firma de los acuerdos de Bretton Woods, el terreno de la geopolítica se desplazó desde el campo militar hacia el económico-monetario, y, desde algunos meses, asistimos a una segunda evolución de la “geopolítica”. El terreno económico y financiero está en curso de desplazamiento hacia el terreno jurídico. El “derecho” existía desde antes, pero no era percibido como un enclave mayor. Era percibido como un simple medio de acción ya que las finalidades del derecho ya no eran discutidas desde hacía mucho. Llegamos hoy a un momento particular de la Historia en el cual el derecho va a convertirse, habría que decir “volver a convertirse”, en el verdadero campo de batalla, suplantando el dominio monetario y económico, para convertirse en el verdadero enclave de la geopolítica moderna.

En efecto, aparte de su función de ser el medio de acción política, el Derecho en tanto sistema, vehicula una cultura, una concepción del mundo y de la vida en común. Las décadas que vienen verán la confrontación de sistemas de derecho en razón de la necesaria renovación política.

El “derecho anglosajón” y el “derecho continental” vehiculan una concepción antagonista de la vida en sociedad. El derecho británico es, desde el siglo XVI, concebido como un arma reglamentaria en beneficio de los poderosos, en tanto que el derecho continental tradicional se desarrolló, hasta el advenimiento del Código Civil de 1804, como un arte político: el arte de mejorar la vida en grupo (es decir, la Sociedad), el medio de pacificar las relaciones interpersonales, imponiendo a los “hombres del arte” la búsqueda de justicia.

Mientras el derecho civil es el solo Derecho en vehiculizar el concepto de justicia, de vida en común y in fine de civilización, este último está, desgraciadamente, en camino de fusión-absorción por el sistema británico comercialista.

Para Francia, y por extensión para todo el mundo, el enclave mayor de las próximas décadas será reinicializar nuestro derecho civil en tanto “derecho común”, este mismo desarrollado en torno al derecho natural.

“De manera subrepticia y soterrada desde el siglo XVIII, hemos colectivamente entrado en una era que prohíbe el libre arbitrio humano en beneficio exclusivo de las potencias financieras que se han hecho real y anónimamente del poder”. ¿Cómo este cambio de paradigma se llevó a cabo?

Este cambio de paradigma se llevó a cabo en base a la doble toma del control monetario y político por las potencias del dinero. La toma del control monetario se hizo de manera directa a través de la centralización de la gestión monetaria a manos de los banqueros con la creación de los “bancos centrales”.

La toma del control político fue menos evidente: se realizó tras el advenimiento y la generalización de un sistema político armado en torno al parlamentarismo representativo y de una pseudo separación de los poderes (que es, en realidad, una desaparición del poder político), en el cual la vida política queda capturada por los “partidos políticos”. Entonces, los partidos obedecen a quienes los financian, lo que ha permitido establecer:

  • La omnipotencia hegemónica y anónima de las potencias financieras.
  • La desaparición de los contrapoderes internos, los que deberían normalmente estructurar la vida política.

El control del oro operado por los banqueros cambistas de la Edad Media terminará, cree usted, por un gobierno mundial dictatorial de naturaleza tecnocrática enteramente dirigido por las potencias financieras dominantes. ¿Qué les responde a aquellos que ven en eso una visión simplista, afirmando que todas las naciones no tienen interés en fundirse en una estructura mundial?

Ningún pueblo, ninguna nación tiene interés en fundirse en una estructura global dominada por los financistas. La voluntad popular no entra en consideración porque todo está organizado de manera opaca, por la vía de la mentira, haciendo pasar cosas pretendiendo que son lo inverso… Este poder hegemónico siempre se ha impuesto sin pedir la opinión del pueblo, por la corrupción, el ilusionismo y la mentira.

A partir del momento en que la vida política es captada por los poderes financieros –lo que es efectivo en la enorme mayoría de los países del mundo- el interés común de los dirigentes a fundirse en una estructura mundial dominada por la banca es de facto, por principio establecida. Solo incidentes menores ligados a la existencia del interés personal deben ser abordados por los globalistas con el fin de establecer su proyecto de gobierno mundial totalitario.

Aparte de imponer su imperio político-financiero, usted afirma que las cabezas de un nuevo orden mundial pretenden establecer una religión mundial. ¿Cuáles serían sus dogmas?

No soy especialista en religiones pero me parece que esa religión ya existe en filigrana: culto del dinero, concurrencia de todos contra todos, mestizaje de todos los monoteísmos en un solo magma sintético (bajo el mismo modelo de los productos financieros).

El laicismo habría sido un medio de destruir el poder espiritual en Europa y no, como se podría creer, un medio de neutralidad bienhechora. Entonces, hacer desaparecer el poder espiritual tuvo en realidad a la vez por causa y por consecuencia hacer desaparecer todo contrapoder político a la toda potencia de los financistas.

Poniendo las religiones unas contra las otras, ellos logran un vacío espiritual en el cual van a instalar sus propias creencias que, a decir verdad, no estoy segura si habría que llamar “religión”. En efecto, sus llamadas creencias asemejan más a la dominación del mal absoluto que a cualquier espiritualidad vehiculizando principios de “vida en común” que las religiones tradicionales llegan consigo. ¿Podemos llamar “religión” una creencia de algunos hombres que consiste en:

-Estimar que la población mundial no debe sobrepasar las 500 millones de almas (Georgia Guidestones)

-Piratear el funcionamiento íntimo, genético, del ser vivo (transhumanismo) para permitir la vida eterna a aquellos que queden sobre esta tierra?

Por qué ve usted en el derecho anglosajón y la City de Londres el alpha y el omega de esta voluntad mundialista?

La emancipación en 1531 del papado por el rey Enrique VIII de Inglaterra para la creación de la iglesia reformada (a medio camino entre protestantismo y catolicismo) bajo el bastón del arzobispo de Canterbury, nombrado por el Rey, modificó fundamentalmente la manera de concebir el derecho en Inglaterra. El derecho inglés se transformó en prerrogativa de un solo poder temporal (para el catolicismo el equivalente son los Acuerdos de Letrán de 1929), dicho de otro modo, un simple instrumento de poder en las manos de detentador del poder temporal, primero identificado en el Rey, luego en los poderes financieros.

Mussolini y el cardena Gaspari firman los Acuerdos de Letrán

El desarrollo de los objetivos imperiales británicos, cristalizados bajo Cromwell (1599-1658) por el establecimiento de un “Commonwealth republicano” puso el poder económico y monetario sobre el poder político.

El poder financiero está en el origen del desarrollo del imperio británico y el derecho fue su arma de dominación. Es precisamente esta concepción, muy empresarial y utilitarista, del derecho la que se impuso en la escena internacional a lo largo del siglo XIX y sobre todo el XX. Estamos acá ante un contrasentido ante lo que tradicionalmente significa la noción de “Derecho”; este tipo de normas es un “derecho” que no es ni “derecho” ni “Derecho”.

Usted dice que el derecho anglosajón se impuso sobre nuestro derecho continental, pero ¿de qué manera este derecho continental es diferente del derecho anglosajón?

Todos los desarrollos jurídicos sobre la persona, las relaciones del individuo y el grupo, el poder y la autoridad fueron formalizados, conceptualizados, por los grandes legisladores de derecho canónigo (pensadores católicos) a lo largo de la Edad Media, en especial la Alta Edad Media con San Agustín, luego, a partir del siglo XI con el obispo Fulbert, el Decreto de Gratien 1140, Santo Tomás de Aquino, o más precisamente, su mestizaje con los aportes estructurales del derecho romano, está en el origen del desarrollo de la “civilización europea”.

Entonces, el derecho británico, a partir de 1531, se emancipó de los aportes del derecho desarrollados sobre este modelo para fundarse sobre la supremacía marítima y comercial propia a servir al despliegue imperial y los intereses financieros dominantes que lo soportaban.

A la misma época, el derecho continental quedó, por el contrario, fundado sobre el derecho común de naturaleza civil en base al equilibrio de fuerzas entre poder temporal y el poder espiritual. Las cosas comenzaron a cambiar en el continente europeo a partir de la Revolución francesa, hasta 1929, año de los Acuerdos de Letrán: la sumisión definitiva y radical del poder espiritual, via Mussolini, al poder financiero dirigido por la City.

A lo largo de los siglos XIX y XX, el poder del imperio británico no hizo más que crecer, para finalmente transferirse al imperio norteamericano, el cual utilizó las mismas armas monetaria, económica y jurídicas desplegándolas por todo el mundo gracias a la potencia del golpe militar y financiero.

Es la razón por la cual todas las instituciones internacionales o supranacionales nacidas en el siglo pasado –levantadas bajo la fachada muy hipócritamente de virtudes humanistas o de pretendida pacificación mundial- no fueron más que proyecciones mundiales del poder financiero de banqueros globalistas apátridas (FMI. ODCE. ONU, UE, OMS…)

De qué manera se traduce concretamente esta sumisión del derecho continental al derecho anglosajón?

Esta sumisión se realizó, con el paso del tiempo, en cuatro grandes etapas, que fueron ataques en regla contra el Derecho continental tradicional:

-El primer ataque es de orden institucional, concierne a metodología del derecho con la instauración de un parlamento cuya única misión es “crear derecho”, lo que va en choque con la misión tradicional del derecho continental, que contaba reglas simples y pocos numerosas.

-El segundo ataque es de orden conceptual, con el advenimiento de la Teoría pura del Derecho de Hans Kelsen (1883-1973) el que impone un derecho positivo emancipado de los principios del derecho natural.

-El tercer ataque es nuevamente de orden institucional: advenimiento de las instituciones europeas, dominadas por el “principio reglamentario” salido de las multinacionales y vehiculizado (¡no lo olvidemos!) por los poderes ejecutivos de las principales potencias económicas de la UE. Este sistema agrava considerable y deliberadamente la confusión de géneros entre “reglamentación profesional” y “Derecho”.

-El cuarto ataque es nuevamente de orden conceptual: se trata de “modernizar” el derecho francés (y continental), es decir, se trata de transformar el derecho civil en derecho comercial (sobre el modelo de derecho de propiedad económica), de manera de volverlo compatible con el derecho anglosajón, de naturaleza comercialista. Se trata también de financiarizar y opacar este nuevo “derecho común comercial”. Lo que se traduce en términos de derecho positivo por mayor:

Anonimato capitalístico y contractual.

Irresponsabilidad jurídica de dirigentes

Desaparición de la correlación entre responsabilidad y poder

Acaparamiento.

La desaparición de facto de las libertades, inherente a la dominación económica, devendrá, por un deslizamiento llamado por los partidarios del globalismo “realismo jurídico”, una desaparición “de derecho” de jure. Es así como la hegemonía financiera se traducirá fatalmente, tarde o temprano, en derecho positivo por la supresión de:

-la libertad de expresión.

-la propiedad privada.

-“Las potencias financieras anónimas han jurídicamente desarrollado un sistema económico mundial de tipo monopolístico que les permite captar y controlar todas las tecnologías, tecnologías que se transforman, en sus manos, armas empleadas contra los pueblos.” Más allá de la censura que ya aplican los GAFAM (n. del t: sigla de las mayores empresas de comunicación digital: Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft), ¿hasta dónde estas armas pueden ser utilizadas?

Despejemos una ambigüedad: este sistema es corrientemente llamado erróneamente “capitalista”. Equivocadamente porque no se trata ni nunca se ha tratado de una ideología pero sí de una voluntad de hegemonía política de los banqueros, lo que es muy diferente. El término “capitalista” genera una confusión deliberada cubriendo una voluntad banquera de hegemonía con oropeles intelectuales, lo que ha permitido justificar:

-El desarrollo del anonimato de los tomadores de decisión

-El consiguiente desarrollo de su desresponsabilización jurídica

-El desarrollo de la desregulación, es decir, la desaparición del “derecho” reemplazado por la simple “reglamentación” adosada a la ideología de “libertad de comercio”.

Una vez más la libertad comercial no significa más que una cosa: la dependencia a nivel esclavitud de las pequeñas entidades económicas por las grandes. La creación de enormes conglomerados económicos apoyados por los bancos, cuya única vocación es el acaparamiento de riqueza.

El término mismo “capitalista” es una estafa destinada a justificar intelectualmente, es decir, a ocultar a los ojos de todos por construcciones fundadas en postulados erróneos o tendenciosos, el acaparamiento operado por los poderes financieros. No obstante, el acaparamiento es incompatible con la civilización. Todas las civilizaciones de la Historia humana han luchado contra el acaparamiento. ¡Y justamente el “capitalismo” volvió el acaparamiento legal y legítimo!

-Los dominadores financieros, dice usted, no han escondido nunca su voluntad y motivación genocidas. Voluntad que usted designa bajo el apelativo “deuda de sangre”. Explíquese por favor.

Más exactamente, he dicho que tras el advenimiento del Club de Roma, los dominadores financieros no ocultan más su voluntad genocida.

Por otro lado, hace falta recordar, más allá del genocidio, que resulta indefectible el lazo entre desarrollo de las potencias financieras y esclavitud de las masas. Como ejemplo: el estado de Delaware -EEUU- (*John Biden, senador) no aceptó (y fue el último estado en hacerlo) renunciar a la esclavitud sino transformándose en un “paraíso fiscal”. La deuda es un potente medio de dominación ya que, como bien lo dijo Napoleón: “la mano que da está encima de la que recibe”. Una vez que se está sumergido en los lazos de la deuda, ya no se puede rehusar a los acreedores, sobre todo si estos últimos se han arreglado para controlar el poder legislativo de manera de organizar su anonimato.

Todo esto no pudo producirse sino porque el concepto de “persona moral”, organizado sobre el modelo capitalista británico-holandés (en oposición al modelo de participación o de la co-gestión), fue intervenido para ocultar el nombre verdadero de ciertas personas físicas que controlaban in fine este sistema organizado por el “derecho” en un ballet muy estructurado de claroscuro.

Usted cree necesaria la reacción para evitar que se nos imponga el famoso Great Reset. ¿Qué definición le da a ese proyecto de agenda propuesto por el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab? Para hacerle frente a esto, usted propone volver a poner las instituciones políticas y estatales al servicio de la población. Pero antes de ello, ¿cómo hacer para que esta población tome conciencia de esta servidumbre?

El foro de Davos, a través de su director Klaus Schwab, es el último avatar de la toma del poder mundial por las potencias financieras globalistas. Esta toma de poder, que se inscribe dentro de una dimensión histórica pluri-centenaria, alcanza hoy su madurez.

En este contexto, el único medio para los pueblos de oponerse a la inminencia de su puesta en esclavitud es de retomar el control de sus instituciones, las cuales están fundadas sobre la impostura política. Reencontrar las instituciones políticas significa poner fin de la hegemonía mundial de los poderes financieros. Es tan simple como eso. Pero para alcanzarlo, hace falta tener una visión clara de las fuerzas en juego y de las apuestas civilizatorios subyacentes.

-Usted ha lanzado recientemente por la web un círculo de reflexión que ha llamado “Révoludroit” (“Revoluderecho”) para un “derecho al servicio de los humanos”. Usted dice que es urgente reactualizar los fundamentos del Derecho. ¿De qué se trata eso?

RévoluDroit se dirige principalmente a los juristas con el fin de restablecer un sistema de  derecho digno de ese nombre, fundado sobre el derecho común (¡el derecho común es civil o no lo es!), adosado al derecho natural, el cual debe ser reevaluado de acuerdo a nuestros conocimientos científicos y humanos actuales.

Pero RévoluDroit se dirige igualmente a toda persona que pueda organizar estos debates, físicos o virtuales, con el fin de difundir al público la reforma de las instituciones y de las empresas que he elaborado y que impulso a poner en marcha. Lo que está en juego en esto, no tengamos miedo en decirlo, es nada menos que la supervivencia de la humanidad.

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