Las armas de microondas son utilizadas contra la población desde hace ya décadas. En Inglaterra, en los años 80, durante la huelga de los mineros, Margaret Thatcher hizo instalar transmisores en los barrios populares, donde vivían estos, con el fin de volverlos apáticos.
Se trata de armas que emiten frecuencias extremadamente bajas (ELF: Extremely Low Frequency, en inglés), o, a la inversa, ultra elevadas (UHF), cuyo fin es interferir en el cerebro humano.
Es el Instituto Tavistock, centro de especialización en la modificación del comportamiento humano, donde se habría desarrollado este sistema a partir de los años 50. En la década de los 60, el doctor Ross Adey trabajó en el Pandora Project para la CIA y el MI5, en el ámbito del control mental a distancia (RMCT: Remote Mind Control Technology). Estudió las ondas ELF (1 a 20 Hz) que tienen efectos sicológicos y biológicos en el ser humano. Detectó que las frecuencias de 6 a 16 Hz tenían efectos importantes en el cerebro y el sistema nervioso y endocrino. Más tarde, confirmó que estas ondas pueden además dañar el ADN. Llegó a combinar las ondas ELF con las UHF para amplificar los efectos nocivos.

En la base estadounidense de Greenham Common, en Inglaterra, alrededor de la cual centenares de pacifistas –en su mayoría mujeres- se manifestaron en contra de la amenaza nuclear a comienzos de los 80, las armas de microondas fueron utilizadas. En 1984, estas mujeres sometidas a altos niveles de radiación, fueron víctimas de cáncer, muriendo por esta causa muchas de ellas (reporte del Ministerio de Salud UK 03/98). Estas armas son capaces de provocar un cáncer a distancia al alterar el ADN.
Utilizadas secretamente contra civiles engendran parálisis temporales, desorientación, quemaduras en algunos casos, vértigo, amnesia. Científicos independientes constataron altos índices de radiación electromagnética en los alrededores de la base Greenham Common, prueba de la utilización de estas armas contra los manifestantes.
Armas ELF
Las armas de muy baja frecuencia (ELF) son calibradas según ciertas frecuencias cerebrales estudiadas y conocidas por los militares. 6,66 Hz provoca depresión, 4,5 Hz, crisis cardiaca, otras van a alterar el humor de la víctima irradiada, volviéndola esquizoide, paranoica, suicida, violenta o apática.
Este tipo de arma fue usada sobre la población de Chipre por el ejército inglés, e igualmente contra la población católica de Irlanda del Norte en los años 80.
MASER
El sistema llamado MASER envía microondas especiales que permiten hacer “telepatía sintética”. Hoy, se pueden leer los pensamientos de alguien a distancia tras haber escaneado las ondas electromagnéticas emitidas por el sujeto en diferentes situaciones.
Manipulación del sistema nervioso
Todo indica que también se maneja la manipulación del sistema nervioso de un objetivo aplicando ciertos tipos de ondas.
Según Tim Rifat, UK utilizaría métodos para manipular el sistema nervioso de ciudadanos recalcitrantes al menos desde los años 80. Vicki Casagrande, ingeniera estadounidense, explicó ante una comisión sobre el acoso electromagnético que las víctimas podían ser totalmente controladas a distancia: “Los músculos pueden ser relajados o contracturados, ya sea ligera o violetamente. Pero estos efectos pueden ser también ubicados en el cerebro como una sensación […] Las víctimas pueden sentir frío con 40°C, o calor con -15°C.”
Casagrande explica que algunas víctimas habrían tenido implantes en el cerebro desde los años 60, 70.
300 demandas
Actualmente, en el estado de Misuri, se han presentado más de 300 demandas concernientes al acoso electromagnético. Algunas víctimas son simplemente atacadas en un plan de experimentación. Asociaciones como la International Committee on Offensive Microwave Weapons están actuando en defensa de las víctimas, o para procurar alertar a la opinión pública y a la clase política.
Armas interferométricas
Las armas descritas más arriba tienen ya 50 años o más. Y un inconveniente no menor: las personas terminan por comprender que son víctimas de un ataque electromagnético. Sistemas mucho más sofisticados, indoloros, para manipular los cerebros están siendo desarrollados actualmente. Ya se sabe simular la actividad interferométrica de no importa qué zona del cerebro humano. Con la asistencia de inteligencia artificial, se empieza a hacer posible remodelar un cerebro a distancia modificando el inconsciente, luego el consciente de un individuo. De hecho, el 5G y la densificación de la polución electromagnética resultan ser extensiones integradas de estas tecnologías. Los cerebros así bañados y modulados demandarán más sometimiento sin siquiera darse cuenta. Ilusiones de libertad, de fraternidad, de igualdad serán inducidas por tecno-científicos en los comandos del formateo cerebral de las poblaciones. Es la última arma para el sometimiento de los pueblos.
El sometimiento tecno-político
Zbigniew Brzezinski, lugarteniente de David Rockefeller, siempre expresó la voluntad política de someter a las poblaciones por medio de la tecnología
“La sociedad será dominada por una elite de personas liberadas de los valores tradicionales que no dudarán en realizar sus objetivos por medio de tecnologías depuradas, con las cuales influenciarán en la conducta del pueblo y controlarán la sociedad en todos sus detalles, hasta el punto en que será posible ejercer una vigilancia cuasi permanente sobre cada uno de los habitantes del planeta.
“Esta elite buscará todos los medios para alcanzar sus fines políticos, como nuevas técnicas para influir en el comportamiento de las masas, así como para obtener el control y la sumisión de la sociedad.”
Hitler lo habría soñado, pero un hombre como Zbigniew Brzezinski dispone de inteligencia artificial y todas las ciencias psicotrónicas modernas para obtener esos fines. Su sueño de control mental de las masas está al alcance de la mano con la asistencia de los transhumanistas.

Laurent Alexandre, transhumanista declarado, describe nuestro cerebro como “un computador hecho de carne”. En cuanto a Marc Rouz, presidente de la Asociación Francesa Transhumanista, afirma: “Tenemos en la actualidad las herramientas para intervenir con conocimiento sobre nuestra propia condición. Creemos que pueden haber buenas razones para modificar nuestra biología, incluso de manera invasiva, radical e irreversible.” En Suiza, el Human Brain Project, financiado por la Unión Europea, tienen por objetivo crear un cerebro artificial trabajando en las interacciones entre las neuronas y los procesadores electrónicos. El programa fue anunciado sin dilación.
El advenimiento de la neuro-política
Gracias a los avances de las neurociencias y de los programas militares secretos, la “paz mundial” podría ser impuesta. La casta mundializada pretenderá hacer entrar en plenitud los sistemas de interconexiones asistidas por la inteligencia artificial, con el fin de que cada cerebro no sea más que una interfaz modulable a voluntad.
Si técnicamente todo esto se está haciendo posible, esta tendencia supone una destrucción tal que se podría hablar de un lento suicidio programado de la humanidad. Racionalmente, conviene dar marcha atrás. Pero, al parecer, la racionalidad no está al orden del día. Ya ni sabemos si la casta mundializada responde y piensa por ella misma, o si ha sido asimilada por su propia tecnología de control neuronal. Frente a este colapso, la revolución consciente de los pueblos resulta la única salvaguardia y el tiempo apremia.
Fuente: Morpheus
Traducción exclusiva El Indagador